Quisiera hacerme eco del discurso de un científico de nuestro país, médico cirujano, que ha trabajado operando en un hospital del área de Barcelona y que ahora, ya retirado de los quirófanos, quiere ofrecernos su experiencia personal y profesional a todos nosotros. Su relato parte de las “experiencias cercanas a la muerte”. Este médico ha escuchado el testimonio de muchos pacientes, propios y de otros compañeros, que en el quirófano han estado “clínicamente muertos”, es decir, sin actividad neuronal ni cardíaca durante un periodo de tiempo y que, tras aplicar las técnicas de reanimación, han logrado volver a la vida. Debo destacar, como primer dato, que la mentalidad de todo científico e investigador es claramente cartesiana, pragmática y experiencial, marcada por datos contrastados y comprobados que no dejan espacio a la duda.
Estos pacientes, en estado de inconsciencia, es decir, desconectado su sistema neuronal y sensitivo de su consciente (ego) por efecto de la anestesia, que durante ese periodo de tiempo en el que han estado clínicamente muertos y sometidos con éxito al proceso de reanimación, han relatado su experiencia extracorpórea, percibiéndose a sí mismos inermes en la mesa de operaciones y describiendo todo lo que iba ocurriendo a su alrededor e incluso en otros quirófanos.
Un relato solo, o un pequeño número de ellos, para una mentalidad científica habría sido simplemente un delirio, pero este relato elevado a miles y miles de casos, propios y de otros compañeros cirujanos, ocurridos en todas partes, despertó la curiosidad investigadora de nuestro médico protagonista. Todos ellos expresan en primera persona cómo se han visto en una dimensión diferente a las del espacio y del tiempo conocidos por nosotros, con un entorno de luz, color y sonido, de paz, “transformados” (como ya apuntó San Pablo en su Primera Carta a los Corintios) en ENERGÍA.