La escena de Jesús caminando sobre las aguas del lago de Genesaret es una metáfora poderosa para la realidad de la Iglesia en el contexto actual. Los apóstoles luchan contra vientos y olas, reflejando las dificultades que la Iglesia enfrenta hoy en día. No podemos idealizar el pasado ni vivir de recuerdos nostálgicos; cada época tiene sus retos, y nuestro tiempo no es una excepción. Debemos estar agradecidos por el legado que hemos recibido y, con espíritu positivo, debemos hacer presente el Reino de Dios en un mundo cada vez más secularizado.
La sociedad actual se enfrenta a un profundo materialismo en el que los valores tradicionales han quedado eclipsados por el dinero, el placer y la eficacia. Esto se traduce en una disminución de los rituales religiosos, como los matrimonios sacramentales y los bautizos, y en un aumento de los fallecimientos sin ceremonia cristiana. Así, Cataluña, incluyendo Rubí, se presenta como un territorio de misión en el que es necesario replantear nuestra acción evangelizadora. No podemos quedarnos pasivos esperando que las personas regresen a la Iglesia; debemos salir a su encuentro, adoptando un rol activo, tanto como pastores como pescadores.
Para llevar a cabo esta misión, la oración es fundamental, ya que nos conecta con la voluntad de Dios. Asimismo, es esencial cuidar las relaciones familiares y comunitarias, y aprovechar las herramientas actuales como Internet y las redes sociales para nuestra misión. Finalmente, debemos estar dispuestos a aportar tiempo, energía y recursos a la acción evangelizadora, en lugar de quedarnos en casa lamentando las dificultades que el mundo nos presenta. La evangelización es un compromiso constante que no puede detenerse y que exige nuestra fidelidad.