Hemos visto como en el mundo hospitalario se nos presenta una realidad de experiencias muy plural, sustentada con un relato muy similar de personas que han, transido temporalmente el límite de la vida humana tal como nosotros la conocemos a otra dimensión. La CIENCIA, fiel a su camino de búsqueda e investigación, ha querido determinar una teoría verificada y contrastada que la lleva a admitir, como dice nuestro médico del relato, que hay vida después de la vida, obviamente transformada de la materia corporal de naturaleza temporal a la energía que radica en este pequeño ÁTOMO DE ENERGÍA de naturaleza infinita que nos habita en un contexto como decía de espacio y tiempo diferentes y desconocidos, al cual llama SUPRACONCIENCIA.
El objetivo científico, siempre experiencial y razonado, rechaza el fideísmo de la fe por la fe. Hoy, en nuestros días, la fe ha madurado y ha de ser iluminada por la razón, y es entonces cuando estos dos caminos, que durante siglos han tenido sus diferencias, ahora andan en una misma dirección. Que hay vida después de la vida es algo conocido por el cristiano, como una verdad de fe que arranca desde la antigüedad. El mismo san Pablo, en 1 Corintios 15,51-58, nos revela este maravilloso secreto que, resumidamente, viene a decir: que en un instante todos seremos transformados y esto sucederá al fin de los tiempos, y los muertos serán resucitados en un cuerpo no mortal que se revestirá de inmortalidad.
Quisiera que la lectura de esta presentación, escrita a lo largo de tres domingos, pudiera despertar el interés y la curiosidad de tantas personas que hoy día viven indiferentemente el tema de la trascendencia, renunciando a aquella parte de nuestra realidad humana que nos dice que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, es decir, INMORTALES.