Nos hemos acostumbrado a ver, leer y oir en los medios de comunicación un montón de malas noticias cada día –guerras,
enfrentamientos, robos, muertes violentas y asesinatos, toda clase de violaciones de los derechos humanos…–, y acabamos pensando que a la fuerza las noticias han de ser malas. Eso nos hace tener una visión negativa, oscura y triste de la vida. En el ámbito personal nos dejamos llevar por esta corriente, ya que a menudo vivimos situaciones agobiantes: la muerte de un familiar, un diagnóstico que nos muestra como nuestra salud o la de un ser querido es atacada por la enfermedad, los malentendidos entre parientes y amigos, una situación de estrechez económica, etc. Sin embargo, si abrimos los ojos y el corazón, nos daremos cuenta de que las buenas noticias superan a las malas y que, a pesar de la pesadez del mal que se presenta en nuestra vida, la luz se deja ver al final del túnel, que es siempre más corto de lo que pensábamos.
La buena noticia principal es que el Señor viene. Entramos en el Adviento y nos ponemos a prepararle estancia. ¿Te parece poco que Dios se haga hombre y venga a compartir con nosotros la condición y la vida humana? ¿No ha de darnos eso un sentido completamente distinto a nuestra existencia? Dios se ha hecho cercano a nosotros y nos ha traído luz y salvación, ¡alegrémonos por ello y démosle gracias! Desde ahora podemos ver las cosas desde una perspectiva más gozosa y esperanzada. Sin embargo, nos hemos acostumbrado tanto a esta buena noticia que ya no le damos importancia ni la vemos como tal; si la comunicamos a los demás con cara de entusiasmo, seguro que más de uno nos tomará por locos. Seguramente nos felicitaremos por Navidad, pero muy posiblemente lo haremos con las consabidas palabras de “Feliz Navidad” o “Felices Fiestas” y con cara de aburrimiento o desilusión. Nuestro gesto, ¿no estará contradiciendo nuestras palabras?
El Señor viene, es la mejor de todas las noticias que podemos recibir, y estamos llamados a comunicarla. Jesucristo con ha confiado la responsabilidad de evangelizar, de difundir la buena noticia, que esto es precisamente lo que significa “Evangelio”. Pero para que nuestro anuncio y nuestro testimonio sean convincentes hemos de vivir con alegría, dejándonos inundar por el Espíritu del Señor y darle gracias por el gran don de la vida. Es una bona noticia estar vivos en el día de hoy, porque Dios nos ha manifestado su amor y su confianza. Es una noticia excelente saber que nos ha dado una misión importante. Es una buena noticia saber que ha venido a nosotros y nunca nos dejará solos. Es una buena noticia vernos transformados. Y es una noticia magnífica que, en este Adviento, participando en la vida del Señor, podremos abrir nuestros ojos y ver la vida con la mirada de Dios.