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El Evangelio de este domingo, tomado de San Lucas, es un conjunto literario con dos partes: el diálogo sobre la petición
de los apóstoles para les aumente la fe y la comparación con un pequeño grano de mostaza, y la parábola del siervo inútil.

El recorrido hecho con Jesús ayuda a tomar conciencia a los discípulos de las exigencias y dificultades que hay que enfrentar en la vida. Por eso le piden al Maestro: «Auméntanos la fe». Jesús, que por medio de imágenes significativas nos permite captar la complejidad de la realidad, invita a mirar la semilla de mostaza. Si alguna vez tenemos la posibilidad de tener una de esas semillas en nuestras manos nos sorprenderá lo pequeña que es. A través de esta imagen, el Señor, nos ayuda a percibir la potencialidad y el valor que encierra lo pequeño.

La fe no es algo mágico como un hechizo de Harry Potter, sino que es la confianza radical en Aquel que nos ha convocado y nos envía. Por eso, en la segunda parte del Evangelio de hoy Jesús propone desplegar nuestros dones y cualidades al servicio del Reino. Las personas que nos han marcado en la vida son aquellas que han aceptado esta invitación y han salido de sí mismas, muchas veces de situaciones dolorosas y complicadas, para canalizar a través de la entrega generosa el amor que Dios ha puesto en sus corazones.

La fe vivida y compartida transforma la realidad y nos hace abrir caminos de vida y esperanza. Jesús vivió esa confianza con el Padre dando su vida, compartiendo, alentando y ayudando a que nuestra mirada siempre tenga un horizonte más amplio. Por eso como los discípulos también nosotros le pedimos: «Señor, auméntanos la fe.»