La fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo nos hace volver la mirada hacia los orígenes de la Iglesia. Firmemente cimentada sobre la fe y el testimonio de los apóstoles, la comunidad de los creyentes ha seguido llevando a cabo la obra de Jesucristo a lo largo de los siglos. San Pedro y san Pablo nos ayudan a comprender dos características esenciales en la vida de la Iglesia que ellos vivieron a fondo: la comunión y la misión.

Por la comunión, los creyentes vivimos unidos y nos amamos unos a otros como Cristo nos ama y formamos entre todos una sola cosa, a imagen de la unidad que reina en la Trinidad divina, en la que el Padre y el Hijo son una sola cosa en el amor del Espíritu Santo. Por la misión, llevamos a los demás la Buena Noticia de la Salvación, y con ellos queremos compartirla, haciendo que el crecimiento del Reino de Dios se manifieste en el mundo. También Dios revela aquí en la tierra la difusión de su amor. Comunión y misión siempre están vinculadas y, por la unión de ambas, La Iglesia puede gozar de una gran riqueza de vida espiritual en la que se pone de manifiesto la fraternidad y la solicitud por el prójimo. Sin la comunión, la misión sería solamente una propaganda, a la manera de la difusión de tantas ideologías como circulan por el mundo. Sin la misión, la comunión sería tan sólo un sectarismo egoísta. Pedro y Pablo vivieron en profundidad estas dos condiciones de comunión y misión, como muy bien lo demuestran las comunidades que fundaron y a las que sirvieron.

La fe, para que sea auténtica, tiene que ser difusiva. La fiesta de san Pedro y san Pablo quiere ayudarnos también a profundizar en la fe que profesamos. ¿Y cuál es el contenido de esta fe? Puede resumirse en la declaración de Pedro: «Tú eres el Hijo del Dios vivo». Sobre esta fe, que es la roca «»petra» en griego y en latín», Jesucristo edificó la Iglesia que jamás será vencida por el mal y que dará siempre testimonio del Reino de Dios. En esta Iglesia, Pedro y sus sucesores tienen una autoridad que se hace patente en el servicio, a la manera de Jesucristo.