Walter Cifuentes

La noticia que en fecha reciente ha trastocado y entristecido a nuestra comunidad cristiana ha sido la muerte de Mn. Walter quien, con su estancia entre nosotros hace unos años, se ganó nuestro corazón. Aunque en 2015 fue destinado a Granollers y a Lliçà de Vall, siempre mantuvo relación con nuestra parroquia y cultivó las amistades que había hecho entre nosotros.

Mn. Walter Cifuentes Sotelo había nacido en Caicedonia Valle (Colombia) el 20 de julio de 1979. Ingresó en el Seminario Diocesano de San Juan Bautista de Terrassa, en Valldoreix. Como seminarista y diácono colaboró con la parroquia de Sant Pere de Rubí; personalmente, para mí fue una experiencia hermosa y enriquecedora el tiempo que él, Mn. Santiago y un servidor estuvimos juntos. Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de octubre de 2015 en la Catedral Basílica del Espíritu Santo de Terrassa cuando ya estaba destinado a la parroquia de Ntra. Sra. De Fátima de Granollers, después fue nombrado también administrador de la parroquia de San Cristóbal de Lliçà de Vall, donde fue muy querido. Recientemente, a causa del avance de su enfermedad, que él supo sobrellevar con gran entereza, ya no podía ejercer el ministerio de un modo directo y por eso estos últimos meses residía en la parroquia de Santa María con Mn. Arturo. Sabíamos que este mal era inexorable y que un día no muy lejano pondría fin a su paso por la tierra, como así sucedió el lunes 30 de noviembre, festividad de San Andrés, a causa de un derrame cerebral provocado por el tumor que le oprimía el cerebro. Ingresado en el Hospital Universitario Mutua de Terrassa, aquella misma noche, a las 21:30, entregaba su alma a Dios a la edad de 41 años, una edad todavía joven y llena de promesas, pero el Señor tenía otros planes para Mn. Walter.

Siempre recordaré de él su bondad y su gran capacidad de integrar el sufrimiento –que experimentó intensamente en su prolongada enfermedad, que duró 11 años y que marcó su vivencia y ejercicio del ministerio sacerdotal–. Mn. Walter vivía su enfermedad como participación en el misterio de la Pasión de Cristo; cuando celebraba la Misa vivía la muerte y la resurrección intensamente y con profundidad. Unido a Cristo, Mn. Walter ponía su vida en el altar ofreciéndose a sí mismo con el Redentor: la enfermedad era para él un recordatorio constante. No ejerció mucho tiempo el ministerio, solamente cinco años de sacerdocio y uno de diaconado, pero lo hizo muy intensamente y con mucho fruto, dándonos a todos una gran lección. Si tuviera que enumerar las virtudes que caracterizaban a Mn. Walter, podría mencionar muchas: primero las tres virtudes teologales de fe, esperanza y caridad que él vivió profundamente y que se acrisolaron como el oro, y después las virtudes morales como la bondad, la paciencia, la alegría, la servicialidad, la entereza, la aceptación de su realidad… y muchas otras que enriquecían la corona de su vida. Descansa en paz, Mn. Walter, sacerdote fiel y signo de Cristo entre nosotros.