Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo» (Mateo 2,1-2).
Meditando este pasaje bíblico, que nos habla de los magos que vieron la estrella de Belén, recordé la historia de una pareja de esposos que llevaban veinte años casados. Este matrimonio estaba contemplando el cielo y las estrellas. El esposo rompe el silencio diciendo:
» Me hubiese gustado que fueras una estrella.
La esposa sonriendo y emocionada pregunta:
» ¿una estrella de telenovelas, o una estrella de cine?
» ¡No!», responde el esposo molesto» ninguna estrella de cine ni de telenovelas.
Y señalando al cielo dice:
» Te digo que me hubiese gustado que fueras una estrella, pero de esas que están allá en el cielo lejos, muy lejos de aquí, muy lejos de mi vida…
¡Pobre esposa, vaya desengaño que se llevó! ¿Te ha sucedido alguna vez lo mismo? Creo que nuestra relación con Dios es parecida. ¡Cuántas veces actuamos así! Dejamos que Dios sea una estrella, pero una estrella que esté lejos de nuestra vida.
Jesucristo es la estrella que ilumina y brilla en todo el mundo. Esta estrella no quiere estar lejos nosotros, Jesucristo no quiere estar a miles de kilómetros de tu vida, él es una estrella que quiere estar cerca de ti. La estrella que nació en Belén está ansiosa por iluminar los lugares oscuros y sombríos de tu corazón. En este tiempo de tu vida, la Estrella Divina está llamando a la puerta de tu corazón; ya es hora de que escuches su voz, deja entrar a Cristo en tu vida (Apocalipsis 3,20), deja que su palabra ilumine tus pasos (Salmo 119,105).
Ora así a Dios: Señor en este momento de mi vida, me encuentro en penumbras, hace tiempo eras la estrella que iluminaba y guiaba mis pasos, pero un día seducido por la oscuridad del mal, me alejé de ti y te aparté de mi vida; hoy te pido perdón, Señor, en este momento necesito una estrella. Señor, te pido que vuelvas a iluminar mi corazón; Señor, ven a mi vida, guía mis pasos, ilumina mis acciones, hoy te abro las puertas de mi corazón para que vuelvas a ser mi ESTRELLA DIVINA. Amén.