En nuestra parroquia, la fiesta patronal pone fin al curso. Por su antigüedad y su significación es una fiesta muy importante para toda la comunidad cristiana universal. La Solemnidad de San Pedro y San Pablo nos hace pensar en la unidad y la misión de la Iglesia; él, el primero en el grupo de los apóstoles, siempre pronto a amar a Jesucristo, responde en nombre de todos. Cuando el Señor Jesucristo preguntó qué decía la gente sobre Él y los discípulos recogieron las diversas opiniones de los hombres, el Maestro volvió a preguntar: «Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?» Pedro respondió: «Usted es el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Uno solo dio la respuesta en nombre de muchos, la unidad en nombre de la multitud. Y esta respuesta mereció la felicitación del Salvador y la promesa del primado. Es una respuesta que no nace fruto de la inteligencia humana, sino de la revelación y la manifestación de Dios.
Escuchar a Dios, seguir sus caminos y obrar conforme a su voluntad es propio del hombre sabio que construye su casa sobre roca. Pedro dijo a Jesús: «Tú eres el Hijo de Dios vivo» y Jesús le respondió «Tú eres Pedro». Este nombre, por el que llamamos Pedro a Simón, le fue dado por el Señor para que representara a la Iglesia, la que sería fuerte como roca. Por ello, edificar solamente sobre el ser humano es propio del hombre necio que construye su casa sobre arena.
Cuando al principio del cristianismo, algunos querían edificar sobre los hombres, decían: «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Pedro». Entonces, cuando el apóstol Pablo vio que él era elegido y el Cristo postergado, dijo: «Es que se ha dividido Cristo? Es que Pablo ha sido crucificado por vosotros? O es que habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? » Los apóstoles, que han tenido la inquietud de anunciar el Evangelio en todas partes, han tenido también el afán de mantener la unidad de la Iglesia.
