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Dentro de poco celebraremos la fiesta patronal de la parroquia, que es también la fiesta mayor de nuestra ciudad de
Rubí, en la que conmemoramos el martirio de los apóstoles san Pedro y san Pablo, que dieron su vida como testigos de Jesucristo. La fiesta mayor marca para nosotros el inicio del verano y el final de curso de las actividades de la parroquia y, podemos decir también, de las demás parroquias y de las entidades que trabajan para el bien, la cultura y la convivencia en nuestra ciudad. No obstante, el final de un curso no significa que bajemos persianas ni pleguemos velas hasta septiembre, no, la parroquia seguirá haciendo lo que es esencial: reunir a la comunidad cristiana para escuchar la Palabra de Dios, celebrar la Eucaristía y seguir con la tarea de evangelización. Como cada año, durante julio y agosto, dejaremos de publicar la hoja parroquial, pero seguiremos dando información a través de las celebraciones, de las redes sociales y de los grupos de telefonía; y Cáritas continuará atendiendo a las necesidades de las personas con menos recursos por los canales habituales durante el mes de julio y por otras vías durante el mes de agosto.

El curso que terminamos se ha caracterizado por un retorno progresivo a la normalidad después de este tiempo de
pandemia; a pesar de todo, aún no hemos acabado de alcanzar un nivel que nos permita ver que ya hemos llegado al final, ya que la enfermedad todavía colea y estas últimas semanas se han producido muchos casos de contagios. No obstante, estos hechos no nos desanimarán ni nos frenarán impidiéndonos salir adelante. El ser humano se caracteriza por saber adaptarse a las circunstancias, favorables o adversas. Como cristianos, hemos de saber ver la mano de Dios en todo y agradecer su Providencia que nos ha guiado y no ha permitido que disminuyera nuestro entusiasmo.

Al llegar el verano, tiempo de vacaciones, nos tomamos un tiempo para descansar y también para reflexionar y orar con tranquilidad, para confiar en la acción de Dios en nuestra vida y poder encarar así un nuevo curso que esperemos esté ya en la total normalidad, en el que realicemos la tarea encomendada a todos por el Señor: evangelizar como comunidad cristiana y trabajar para difundir el Reino de Dios en la sociedad. Descansemos, pues, pero también dediquemos tiempo para permanecer con el Señor, a orar, a leer y meditar la Palabra de Dios, a participar en la Eucaristía y a formarnos espiritualmente como buenos discípulos de Jesucristo.