El Arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, Cardenal Timothy Dolan, respondió con sencillez y precisión, basado en ejemplos de la vida diaria, a quienes opinan que la Iglesia es anacrónica y está pasada de moda.

En una publicación de su blog personal al sitio web de la Archidiócesis de Nueva York, el Cardenal respondió a quienes afirman que «¡Esta Iglesia pasada de moda, polvorienta, fuera de lugar y atascada en el barro, debe ir con los tiempos o perderá fieles!» con un tono claro e irónico, el Cardenal comenta también que unos dicen que el Papa Juan XXIII iba a hacer cambios con el Concilio Vaticano II para «poner al día» la Iglesia, pero que el indeciso Beato Pablo VI y el polaco de mente estrecha San Juan Pablo II y el autoritario Benedicto XVI cuando era cardenal, lo arruinaron todo con su conservadurismo. Ahora creen que el Papa Francisco traerá nuevos aires y lo desencallará todo. En la actuación de los Papas hay complementariedad, pero no contradicción respecto a sus antecesores.

Ciertamente, como dice el cardenal Dolan es necesario adecuar a los tiempos la forma de presentar la fe, pero las enseñanzas y la misión de la Iglesia no se deben alterar, sino mantenerse en conformidad con la revelación de Dios en la Biblia, el derecho natural, el mensaje de Jesús y el Magisterio de la Iglesia (las enseñanzas del Papa y los obispos). Para dejar más claro que las enseñanzas de la Iglesia no están «pasadas de moda», el Cardenal pone tres ejemplos concretos: El primero se refiere a la convivencia antes del matrimonio y la vida sexual activa que, tal como enseña la Iglesia, pertenece sólo al ámbito matrimonial. Como es sabido, hoy en día esta afirmación es calificada de estúpida, impráctica y represiva. Sin embargo, prosigue el Cardenal, no fue un diario católico sino -muy al contrario- el New York Times (15 de abril de 2012) el que informó acerca de las sombrías estadísticas que muestran que la convivencia prematrimonial genera altas tasas de infelicidad marital y divorcio. El segundo caso es el de una mujer que se lamentaba ante su párroco de no poder quedar embarazada, pues, según le había dicho su médico, durante unos quince años había tomado la píldora anticonceptiva, un tema del que se burlaba de la Iglesia. Ahora acababa reconociendo con pena que el respeto de la Iglesia por la integridad natural del cuerpo no está pasado de moda. El tercer caso es el de un hombre que vive un profundo drama: es viejo, está solo y próximo a la muerte. Hace años abandonó a su mujer y a sus hijos, buscó dinero, prestigio, propiedades, bienes materiales, y una esposa más atractiva y joven. Entonces se rió del cura que le advirtió que no debía romper su matrimonio y de los peligros que entrañaba la adoración al dinero y al placer. Y ahora -dice el Cardenal Dolan-, este hombre está muriendo solo, recordando las palabras de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su vida?» (Mt 16,26). Este hombre admite que, después de todo, la Iglesia tenía razón. El Arzobispo señala que la Iglesia no está fuera de lugar, sino que metida en medio y bastante más adelante que nosotros, porque mira hacia la eternidad. Es una madre sabia y llena de amor, fundada sobre Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida.

No es la Iglesia la que tiene que cambiar de perspectiva, sino que somos nosotros los que tenemos que convertirnos. Olvídese de adaptarse a los nuevos tiempos en materia de fe y de moral. No es el Evangelio el que debe adaptarse al mundo moderno, sino el mundo moderno -que pronto dejará de serlo- el que tiene que adaptarse al Evangelio. Como dice la sabiduría popular: «El que se casa con la moda corre el riesgo de enviudar pronto». El mundo moderno es una figura que pasa, mientras que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Mantengámonos al día con la Iglesia que nos abre las puertas de la eternidad.

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