El que te acompaña de la tierra al cielo
Cuando el camino se hace cuesta arriba, NO LO DEJES.
Cuando las cosas andan mal -como a veces sucede- NO ABANDONES.
Cuando no consigas resultados, y se sumen los problemas, NO TE RINDAS.
Cuando quieras sonreír y sólo puedas suspirar, NO TE CAIGAS.
Cuando la suerte te sea adversa y no encuentres fuerzas para seguir, NO RENUNCIES.
Cuando no encuentres compañeros de lucha, NO TE APURES.
¡Hay manos que sostienen las tuyas! Cree y siente en cada minuto de tu vida, deja que tu alma «vuele libre» por los jardines hermosos de la confianza en algo superior que llega donde nuestra visión no puede alcanzar, pero sí nuestro corazón puede sentir.
Tu alma desea estar libre para darte fuerza y estímulo. ¡INTENTA SER LIBRE!
Cierra los ojos por algunos minutos y deja a tus pensamientos volar por sitios de amor. No podemos cambiar todo el mundo, ni quitar todo el dolor de la tierra, ni tener ya resueltos todos nuestros problemas, pero podemos a cada minuto mirar con los ojos del amor cada cosa. Si pensamos que todo es pasajero, miraremos con cariño lo negativo que te encamina a la elevación y perfección, y luego observaremos con felicidad el cambio del mal en bien, de tristezas en alegrías. Lo que hoy nos hace sonreír fueron las cosas que nos hicieron llorar ayer. Nuestras faltas de hoy también son las alegrías de mañana.
Las personas se van,
los amores se pierden en el tiempo,
los problemas se solucionan,
hasta el mismo sol se va cada noche,
para renacer al día siguiente…
no te quedes en medio del camino
porque allí arriba… ¡ALGUIEN TE ESPERA!
A Alejandro Magno le preguntaron por qué a su maestro Aristóteles le mostraba, al parecer, más estima y agradecimiento que a su mismo padre, el Rey Filipo. Alejandro contestó: «Porque Filipo, al darme la vida, me hizo bajar del cielo a la tierra; mientras que Aristóteles, al instruirme, me hace subir de la tierra al cielo».
A Cristo lo acusaron porque siendo hombre se hacía igual a Dios. Y es que siendo Dios se hizo hombre para acompañarte de la tierra al cielo. ¿Y aún dudas de fiarte de él y seguirle? ¡Vamos, qué mejor compañía puedes tener! ¿Que muchas veces no le entiendes? Yo tampoco. ¡Pero no prescindas de su compañía y de su enseñanza, y no perderás el sendero que te llevará al Cielo!