• Tú dices: No puedo proveer para mi familia. Dios dice: Yo satisfaré todas tus necesidades. «Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús» (Fl 4,19).
• Tú dices: Tengo miedo. Dios dice: No te he dado un espíritu de temor. «Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza» (2 Tm 1,7). «Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente no te anegará; cuando pases por el fuego, no te quemarás, la llama no te abrasará. Porque yo, el Señor, soy tu Dios; el Santo de Israel es tu salvador. Entregué Egipto como rescate, Etiopía y Saba a cambio de ti» (Is 43,2-3).
• Tú dices: Siempre estoy preocupado y frustrado. Dios dice: Descarga en mí tus preocupaciones. «Descargad en Él todo vuestro agobio, porque Él cuida de vosotros» (1 Pe 5,7).
• Tú dices: No tengo suficiente fe. Dios dice: Te he dado la medida de la fe. «Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual» (Rm 12,3).
• Tú dices: No tengo suficiente inteligencia. Dios dice: Te daré sabiduría. «A Él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención» (1 Co 1,30). «Si alguno de vosotros carece de sabiduría, pídasela a Dios, que da a todos generosamente y sin reproche alguno, y Él se la concederá» (Sant 1,5).
• Tú dices: Me siento solo. Dios dice: No te dejaré, ni te abandonaré. «Vivid sin ansia de dinero, contentándoos con lo que tengáis, pues Él mismo dijo: Nunca te dejaré ni te abandonaré; así tendremos valor para decir: El Señor es mi auxilio: nada temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?» (Hb 13,5-6).