Estamos en la última etapa del Adviento, ya muy cerca de la Navidad; de hecho, toda la ambientación de las calles, de los comercios y de los lugares públicos así nos lo remarca. En esta última semana vivimos con María la expectación del nacimiento de Jesucristo y nos dirigimos a ella como Madre de la Buena Esperanza.
Desde el 17 al 23 de diciembre, este último día por la noche, la Iglesia clama por la llegada del Salvador y lo invoca con las llamadas Antífonas de la O, en las que, uniéndonos a la Santísima Virgen, que espera la llegada inmediata de Cristo en el parto que traerá la luz al mundo, pedimos al Redentor que venga y se haga presente entre nosotros. Estas antífonas se rezan o cantan en el Aleluya de la Misa y en la antífona del Cántico de María de las Vísperas. Cada antífona se inicia con un título dado a Cristo. Cuando estas antífonas se cantaban o rezaban en latín, al llegar al día 23 por la noche, leyéndolas en orden inverso, se formaba con la primera letra de cada uno de los títulos un acróstico que constituye la respuesta de Cristo a la Iglesia expectante que espera su llegada: «Ero cras (vendré mañana), porque al día siguiente ya empieza la Navidad. Para ayudarnos en nuestra espiritualidad de Adviento y Navidad, os pongo las siete invocaciones en castellano y os remarco la primera letra de cada palabra del acróstico que nos da la respuesta del Salvador:
- Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.
- Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
- Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más.
- Oh Llave (CLAVIS) de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
- Oh ORIENTE, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
- Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.
- Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.