2017-04-23 (1)

Después de un caluroso verano en el que deseo que todos hayáis podido descansar y hayáis disfrutado de unas buenas y necesarias vacaciones, ponemos en marcha uanrchnauevo curso en la parroquia de San Pedro con toda la ilusión que nos proporciona el hecho de seguir a Jesucristo: Catequesis infantil, de adolescentes y jóvenes, Catequesis de adultos, Cáritas (cuyo servicio quedó centralizado durante el mes de agosto en Cáritas diocesana, en Sabadell), Alpha, Alpha parejas, Pastoral de la Salud, el Café de los domingos después de la Misa de 10:00h, etc. La parte de la vida parroquial que no se detuvo fue la Liturgia, ya que cada día hemos seguido dando gloria a Dios por medio de la celebración de la Eucaristía, del Canto de Laudes y también de la Adoración y el Canto de Vísperas los domingos, y así, la parroquia de San Pedro ha continuado siendo un faro de luz y dispensadora de la gracia divina en medio de nuestra ciudad.

Al iniciarse en nuevo curso se han producido dos cambios significativos en el arciprestazgo de Rubí que repercuten en nuestra parroquia: el traslado de Mn. Arturo Fabregat, hasta ahora párroco de Santa María, a las parroquias de San Saturnino y de Nuestra Señora del Carmen en Montornés del Vallés y la llegada de Mn. Jean Damascene Rutaysire como vicario de Santa María y San Pedro.
Agradecemos a Mn. Arturo estos tres años de dedicación y de nuevas iniciativasenlaparroquiadeSantaMaría y damos la bienvenida a Mn. Jean Damascene entre nosotros, deseándole una buena estancia y un buen trabajo pastoral en Rubí. Vinculado con estos dos cambios, hay un tercero: mi nombramiento como párroco de Santa María mientras sigo siéndolo de San Pedro. Este hecho hará, sin duda, que profundicemos en el trabajo pastoral conjunto entre ambas parroquias, teniendo en cuenta, eso sí, la singularidad y las características propias de cada una de ellas. Por otra parte, siempre hemos procurado los sacerdotes y diáconos de las parroquias de Rubí trabajar con un buen sentido de armonía y fraternidad, porque esto constituye un buen testimonio de nuestro ser cristiano.

Por todo ello, vivimos este inicio de curso y los próximos meses que vendrán como un tiempo de gracia y como una renovada oportunidad que Dios nos da de trabajar en su viña, colaborando así a la expansión del Reino de Dios.