A uno que quería seguir a Jesús, pero que puso la condición de ir a despedirse de los suyos, el Maestro le respondió:

Quien mira hacia atrás cuando ha puesto su mano en el arado no es apto para el Reino de Dios. (Lc 9,62).

Trabajar para el Reino y abrir caminos significa mirar hacia delante. Podemos y debemos recordar el pasado para aprender la lección de la historia y tener presentes nuestras raíces; pero no podemos vivir en la nostalgia y estar mirando siempre el pasado como si fuera una edad dorada ideal, en la que todo era perfecto y maravilloso, porque entonces no construiremos ni el presente ni el futuro. Quien mira demasiado hacia atrás se convierte en estatua de sal, como la mujer de Lot.

Empezamos un nuevo curso y tenemos que mirar hacia delante, llenos de ilusión, esperanza y valentía. éste será un curso especial: 2015-2016, inserto en el año jubilar extraordinario de la Misericordia. En el ámbito mundial contemplaremos grandes acontecimientos, esperanzadores unos e inciertos otros, y, en la vida cotidiana de Rubí, seremos testigos de Cristo encarnado, muerto y resucitado para la salvación del mundo y continuaremos proclamando entre nuestros vecinos que Cristo hallamos la respuesta al anhelo de esperanza de la humanidad.

Entraremos en el Año Santo extraordinario: Dios manifiesta su misericordia y su fidelidad a todos los hombres; el don infinito de su gracia es para todos. Que este nuevo curso sea un tiempo de conversión y renovación interior y al mismo tiempo una ocasión para ver y sentir las necesidades del prójimo, especialmente ahora que vemos la tragedia de tantos emigrantes y desplazados a causa de las guerras del próximo oriente, muchos de ellos hermanos nuestros en la fe.

El nuevo curso nos trae también una renovación en el ámbito de la catequesis, esta renovación siempre es necesaria. Nuestra parroquia de San Pedro de Rubí, como parte de la Iglesia universal, participa en el esfuerzo de enfocar la catequesis como camino de iniciación cristiana y profundización en la vivencia de la fe. Todos, niños, jóvenes y adultos, debemos redescubrir lo que significa nuestro bautismo como gracia de Dios y compromiso creyente. También queremos que la fuente de agua viva alcance a aquellos que todavía no la han recibido, y por ello ofrecemos a los mayores de 18 años no bautizados, o no confirmados, o que aún no han participado en la Eucaristía, un tiempo y un espacio de catecumenado para que también ellos puedan iniciarse en la vida cristiana y entrar a formar parte de la comunidad.

Seguro que el nuevo curso supondrá también un avance en las reformas del templo parroquial que aún hay que hacer; esta obra quiere expresar nuestra vocación de ser como el grano de mostaza, la más pequeña entre las semillas que acaba siendo un árbol frondoso, capaz de acoger en sus ramas una multitud de aves. Tendremos que trabajar mucho todos juntos, agarrando el arado con ilusión mirando adelante.

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