saldelmundo

A uno que quería seguir a Jesús, pero con la condición de ir primero a despedirse de los de casa, el Maestro le respondió: «Nadie que mira atrás cuando ya tiene la mano en el arado es bueno para el Reino de Dios» (Lc 9,62). Trabajar por el Reino y abrir caminos, significa mirar adelante. Podemos y debemos recordar el pasado para aprender las lecciones de la historia y tener en cuenta cuáles son nuestras raíces; pero no podemos añorarnos y mirar continuamente al pasado como si fuera una edad dorada ideal, en la que todo era perfecto y maravilloso, porque entonces no construiríamos ni el presente ni el futuro. Al que mira demasiado atrás, le sucede como a la esposa de Lot: se convierte en estatua de sal.

Empezamos un nuevo curso y debemos poner la mirada hacia delante, con ilusión, esperanza y coraje. Una vez más, seremos testigos de Cristo encarnado, muerte y resucitado para la salvación del mundo y continuaremos proclamando entre nuestros vecinos que en Cristo está la respuesta al anhelo de esperanza y sentido que busca la humanidad. Que este nuevo curso que comencemos sea un tiempo de conversión y renovación interior.

El nuevo curso nos trae también una renovación en el ámbito de la catequesis. Nuestra parroquia, como parte de la Iglesia peregrina, participa en el esfuerzo interdiocesano de enfocar la catequesis como camino de iniciación cristiana y profundización en la vivencia de la fe. A todos, niños, jóvenes y adultos, necesitamos redescubrir lo que representa nuestro bautismo como gracia de Dios y compromiso creyente. También queremos que la fuente de agua viva se abra a aquellos que todavía no la han recibido, y por eso queremos insistir en el catecumenado de adultos, como oferta a los mayores de 16 años no bautizados, o no confirmados o que todavía no han participado en la Eucaristía, para que puedan iniciarse también ellos en la vida cristiana y entrar a formar parte más plena de la comunidad. Juntos deberemos trabajar mucho, tomando el arado con ilusión y con la mirada hacia delante.