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El Domingo pasado en nuestras celebraciones, rezábamos por el Sínodo que sobre la Sinodalidad: Comunión, Participación, Misión, se está celebrando en la Ciudad del Vaticano. Este Sínodo tuvo un preludio muy significativo cuando el sábado día 30 se reunieron jóvenes de todo el mundo con representantes de confesiones cristianas de todo tipo (ortodoxos, anglicanos, protestantes, evangélicos…) convocados por la Comunidad Ecuménica de Taizé y presididos por el papa Francisco, para rezar por el Sínodo, para pedir que el Espíritu Santo ilumine a los participantes del Sínodo para que sepan escuchar y leer los “signos de los tiempos” presentes en nuestro mundo, y los anhelos y esperanzas, sobre todo de los jóvenes, a través de los cuales Dios nos habla: deseo de paz, cuidado de la casa común (ecologismo), deseo de unidad, igual dignidad de todas las personas… En aquella oración el Papa nos dejó algunos mensajes claves para que el Sínodo nos ayude a ser Iglesia de Jesucristo en el siglo XXI:

  • Pidamos que el Sínodo sea kairós de fraternidad.
  • La unidad de los cristianos crece en el silencio ante la cruz.
  • “Syn-odos”: caminemos juntos, no sólo los católicos, sino todos los cristianos, todo el Pueblo de los bautizados, todo el Pueblo de Dios, porque «sólo el conjunto puede ser la unidad de todos».

Y acabó aquella vigilia con un signo muy expresivo: Todos los responsables de las diferentes comunidades y confesiones cristianas, juntos, impartieron la bendición final. Todo un signo de caminar juntos.

Este caminar juntos y la lectura de los signos de los tiempos también se realiza en muchas iniciativas, como Iglesia por el Trabajo Decente (reúne diversos movimientos cristianos) que este sábado día 7 nos invita a leer un signo de los tiempos: El deseo de un trabajo decente. Este año, con el lema “Trabajo decente, trabajo saludable”, nos habla de seguridad en el trabajo, pero también de precariedad, de que el trabajo no afecte la salud física y mental del trabajador/a, y de que sea respetuoso con la salud del planeta.

Como nos dijo el papa Francisco el día 30, pongámonos en camino juntos, deseosos de encontrarlo, adorarlo y anunciarlo «para que el mundo crea».