La liturgia de las horas es la gran oración de la iglesia, el cántico de la Esposa que se eleva a Cristo a lo largo del día. No es sólo una obligación de los sacerdotes y religiosos, sino una invitación abierta a todo el pueblo de Dios. Cuando rezamos la liturgia de las horas, nos unimos a la voz de la Iglesia Universal, santificando el tiempo y ofreciendo nuestras vidas como un sacrificio de alabanza.
Muchos fieles descubren con sorpresa y alegría que esta oración no está reservada al clero. Los laicos también pueden hacerla suya, encontrando una fuente de meditación y crecimiento espiritual en los salmos y las lecturas. Rezar Laudes por la mañana nos dispone a vivir el día en la presencia de Dios. El Oficio de Lectura nos hace profundizar en la palabra y la tradición de los santos. Las Vísperas nos permiten concluir el día con acción de gracias, y Completas nos invita a ponernos en manos del Señor antes de descansar por la noche.
Hoy, dada la facilidad para acceder a los textos litúrgicos a través de libros y aplicaciones, cualquiera puede incorporar esta oración a su rutina. Orar con la Liturgia de las Horas nos enseña a orar con la iglesia, a sintonizar con su ritmo y a experimentar la comunión con todos los bautizados. También es una forma de responder a la llamada de san Pablo: «Orad sin cesar» (1Te 5,17).
Actualmente en la parroquia, de lunes a sábado, cantamos Laudes antes de la Misa, y los domingos acostumbramos a cantar Vísperas dentro de los actos de Adoración eucarística. Es nuestro deseo que muchos fieles descubran la belleza de esta plegaria y se animen a unirse al gran coro que, a cada hora, eleva su voz a Dios.