Escucha, nunca sabes si dirán las palabras justas que estabas esperando. Pero en todo caso escuchando siempre se aprende, aunque sea para saber lo que no hay que hacer.
Abre, nunca sabes si era la persona que siempre soñaste. Porque si no abres siempre te quedarás con la duda.
Despierta, y estate atento, nunca sabes si ese día cambiará el resto de tu vida.
Habla aunque con respeto, nunca sabes si tus palabras despertarán sentimientos en personas insospechadas.
Cambia, nunca sabes si el nuevo camino te traerá nuevas alegrías.
Analiza, nunca sabes si la situación que te acongoja está disfrazada de oportunidad.
Arriesga, nunca sabes si tus movimientos audaces serán el comienzo de una cadena de éxitos notables.
Camina, nunca sabes si tus huellas serán el camino que sigan aquellos que confían en ti.
Perdona, nunca sabes si las ofensas son en realidad pruebas que te ayudan a crecer.
Estimula, nunca sabes si tus acciones generarán acontecimientos a tu favor.
Agradece, nunca sabes si lo bueno o lo malo que te sucede es ni más ni menos, que la señal que el buen Dios te está poniendo.
Si todos nosotros antes de tomar una decisión, de emitir un juicio, de hacer una promesa, nos tomáramos unos minutos para meditar acerca de lo que vamos a hacer, seguramente las cosas marcharían mejor.
Porque cuando prometemos algo, es necesario tener la certeza de que vamos a poderlo cumplir.
Cuando opinemos sobre alguna cosa, que nuestra opinión refleje algo acerca de lo cual estemos convencidos. Rercordemos que nuestras opiniones, un poco, nos reflejan a nosotros mismos.
Y cuando tomemos una decisión, que sea lo más acertada posible y que nunca lastime a los demás.
Es un seguro de vida ser una persona estable, con carácter propio, y con patrón de conducta definido, y en cambio es una pobre persona quien hoy acaricia y mañana golpea.
Creo que las relaciones humanas serían mucho más armoniosas si todos respetáramos la siguiente premisa: no actuar frente a los demás como no nos gustaría que actuaran con nosotros mismos.
Si antes de expresarnos, de una y otra forma ante los demás, nos pusiéramos en el lugar del otro y evaluáramos cómo nos sentiríamos si fuéramos los verdaderos receptores, con toda seguridad no existirían los insultos, las palabras hirientes, los gestos despectivos…
A pesar de eso…
Las personas somos irracionales, ilógicas y egoístas. Ámalas, a pesar de eso.
Si haces el bien, la gente te acusará de tener motivos egoístas ocultos. Haz el bien, a pesar de eso.
Si eres consecuente con lo que haces, te ganarás amigos falsos y enemigos verdaderos. Se consecuente, a pesar de eso.
La honestidad y la franqueza te hacer vulnerable. Sé honesto y franco, a pesar de eso.
El bien que hagas hoy, será olvidado mañana. Haz el bien, a pesar de eso.
La gente más grande con las ideas más grandes, puede ser derribada por la gente más pequeña, con las mentes más pequeñas. Piensa en grande, a pesar de eso.
La gente acepta a los perdedores, pero sigue sólo a los ganadores. Ayuda a los perdedores a pesar de eso.
Lo que te ha tomado años construir, puede ser destruido de la noche a la mañana. Construye, a pesar de eso.
¿Por qué no ponemos en práctica unos minutos de reflexión cada día?
¿No vale la pena la aventura de la Fe aunque el camino no sea fácil?
¿Es que Cristo con su muerte y resurrección no nos está invitando a eso?