Amo los sueños imposibles, porque lo imposible viene de Dios, amo lo que está fuera de lo común, pero con fe es posible, amor lo que mis ojos miopes invisibles no ven, pero los del corazón sí, amo lo que es impalpable aún, pero sé que puede realizarse.
Amo el volar alto en sueños y vértigos, ilusiones y esperanzas, amo el creer que los milagros existen, porque el creer hace que existan, amo el comprobar que la compasión cambiaría el mundo, amor el ver que el Amor lo cura todo, hasta la muerte.
Amo el ser creyente de los dichos de mi Dios, amo sus promesas y sobre todo el estilo de vida que me enseñó en Cristo, amo su tenacidad por salvar el mundo incluso pasando por la muerte, amor el seguirle aunque signifique renuncias, contrastes y peligros.
Amo a mi Dios y su Palabra revelada, porque es la única Verdad, amo el soñar con vivir lo que sus llamados vivieron, amo el ver la realidad de sus promesas en la obra de la creación, amo todo el bagaje de dones y ministerios que nos dejó, amo la Iglesia que nació en el Cenáculo, pero que hecho en falta.
Amo todo lo que hace grande al hombre: la humildad, la sencillez, el amor… amo al que emplea su tiempo en el pobre, porque eso es lo que le hace grande, amo al que en vez de sentir lástima, se compadece, hace suyo el dolor de su semejante, amo al que confiesa su fe, pero sobre todo la demuestra con su estilo de vida.
Amo las cosas aún invisibles, que sólo el amor puede ver, amo los caminos que parecen imposibles, porque en ellos Dios siempre pone un buen samaritano, amo el amor incondicional, ¡porque hay una realidad más real que mis realidades, esa realidad es Cristo, el sueño hecho realidad que lo hizo posible!
¡Amo al DIOS de los imposibles, porque ese es el que Cristo hizo posible!
¿Estás dispuesto a dar testimonio de él? Pues prepárate, ponte a disposición de Dios, él te irá descubriendo lo que tiene preparado para ti.