Este año se cumplirá el centenario de la llegada del Beato José Guardiet a Rubí, una efemérides que debemos tener presente y no olvidar, ya que Rubí no sería lo que es sin los veinte años de presencia y eficaz trabajo pastoral del Dr. Guardiet, que invirtió energías, ilusión y, sobre todo, el dinamismo de su fe profunda en Dios, para alcanzar la transformación espiritual, cultural y material de nuestra querida ciudad.
El Beato José Guardiet vino de la parroquia del Santo Espíritu de Tarrasa, hoy la catedral de nuestra diócesis, donde era ecónomo, para encargarse de la parroquia de San Pedro de Rubí también en calidad de ecónomo el 19 de junio de 1916; pero al cabo de seis meses después, el 12 de enero de 1917, tomaba posesión de su nuevo cargo de párroco de la misma parroquia. La intención del entonces obispo de Barcelona, Mons. Enrique Reig Casanova, era precisamente ésta, nombrarlo párroco en propiedad de la parroquia de San Pedro, pero para llevarlo a cabo, era necesaria la formalidad de presentar una terna de candidatos al Patronato Real, tal como lo obligaba el entonces concordato vigente entre el Reino de España y la Santa Sede (desaparecidos los Estados Pontificios en el siglo XIX, todavía no existía el actual Estado del Vaticano). De este modo se cumplió un deseo que expresó años atrás el mismo Dr. Guardiet.
Se explica que, habiendo venido de excursión a Rubí con los jóvenes de la tenencia de la Santísima Trinidad de Sabadell, dependiente entonces de la parroquia de San Félix de la misma ciudad, de la que el Dr. José Guardiet era teniente (1905-1912), nuestro Beato exclamó al pasar por la Plaza nueva de nuestra villa.
¡Ah Rubí… Rubí, ¿quién pudiera estar en este pueblo y dar su sangre por él!
Todos los jóvenes se escandalizaron y le dijeron:
¿Quiere usted venir a este pueblo?, ¿acaso no sabe que es muy malo?
a lo que respondió el Dr. Guardiet: «Todo lo que queráis, pero éste es el deseo que yo siento». Y ciertamente, el Beato José Guardiet amó siempre muy profundamente a Rubí, la ciudad y la parroquia por las que él dio su vida en el testimonio supremo del martirio; pero antes la dio también en una ingente labor pastoral que lo ha hecho acreedor de un agradecimiento sincero por parte de las generaciones posteriores. El Beato José Guardiet hizo de la parroquia de San Pedro de Rubí una comunidad cristiana ejemplar y se preocupó de elevar el nivel espiritual de la vida de nuestro pueblo por medio de una liturgia bien celebrada, de la predicación y la catequesis; junto a ello, como muy bien sabemos, promovió muchas actividades culturales y sociales como la Escuela Montserrat, el Museo de Rubí, l’Esbart Dansaire o el Foment de la Sardana, colaboró en la promoción de la Obra de los Ejercicios Espirituales parroquiales del P. Vallet. Por su atención a los pobres y necesitados recibió el apelativo de «Padre de los pobres», y tuvo hacia ellos una gran sensibilidad.
Que su guía, que sigue perdurando entre nosotros después de un siglo, nos ayude a todos a ser mejores discípulos de Jesucristo.