Alguien se extrañará de que no escriba hoy en la Hoja parroquial sobre un tema estrictamente religioso, sino que me decante a hablar de un tema civil y ferroviario, pero considero que es preciso tratarlo porque ha tenido una gran importancia para nuestra ciudad y también para la comunidad cristiana: me refiero al Centenario de la llegada del tren a Rubí con la construcción de la línea de Barcelona-Sarriá-Terrassa de los entonces llamados Ferrocarriles de Cataluña y actualmente Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya. No podemos olvidar las muchas y grandes implicaciones que tuvo, ha tenido, tiene y seguirá teniendo en todos los niveles el ferrocarril. Antes de aportar mi reflexión personal, transcribo unas palabras que me ha hecho llegar el Sr. Miquel Montoliu, conocido feligrés de Sant Pere, que se ha zambullido en la historia para hablarnos de cómo se celebró este acontecimiento por aquel entonces:
El 13 de diciembre de 1918, después de construir las infraestructuras necesarias, llegó el primer tren a Rubí. Este acontecimiento, tan importante para el progreso social y económico de la Villa de Rubí, fue acogido con grandes fiestas. No faltó la presencia cristiana, ya desde las comisiones preparatorias. Una vez llegado por la mañana el primer tren oficial, y recibido por las autoridades locales, éstas, junto con las autoridades foráneas, acompañadas por las asociaciones civiles, con banda y orquesta, se dirigieron a la Casa Consistorial y, desde allí, a la parroquia de Sant Pere de Rubí, donde el clero parroquial, encabezado por el párroco, Dr. Josep Guardiet, actualmente beatificado, cantó el Te Deum, himno solemne en las grandes celebraciones. Asimismo, el día 15, y en la misma parroquia de Sant Pere de Rubí, se celebró la solemne Misa cantada en acción de gracias. La comunidad católica de Rubí, con la oración y la acción de gracias, se une a las celebraciones que este año tendrán lugar con ocasión de tan importante centenario en nuestra ciudad. – Miquel Montoliu.
Cuando el tren llegó a nuestra población, tan sólo hacía dos años que el Dr. Guardiet había venido a Rubí. El ferrocarril facilitaba una comunicación más rápida entre las poblaciones del Vallés y con Barcelona. Y eso tuvo también repercusiones en la vida religiosa de nuestra ciudad. Sin duda, el Beat Josep Guardiet era un hombre avanzado a su tiempo y, como párroco, sabía aprovechar los medios modernos que tenía a su alcance para fomentar la evangelización, y el ferrocarril fue sin duda uno de ellos. El tren propició la relación frecuente entre personas y grupos de otras parroquias de las localidades vecinas y de Barcelona, fomentando así las reuniones y el intercambio cultural y espiritual, los encuentros, los retiros y las fiestas. En aquella época, la llegada del ferrocarril facilitó la realización de las romerías a Montserrat, porque nuestro tren permitía una comunicación más sencilla con Terrassa, ciudad desde la que se podía acceder al tren de otra línea y compañía importante de la época como era “Ferrocarriles del Norte”. Poner al alcance de la población estos medios, ayudó también a hacer más intensa la vida cristiana. Todos los medios son buenos para quienes los saben usar.
En 1918, la Iglesia se hizo presente en este gran acontecimiento; ahora, un siglo después, en 2018, la comunidad cristiana, seguramente con otras formas, también tiene que visibilizarse, porque nada de lo que es humano es ajeno al Evangelio, y el tren seguirá acompañándonos y ayudándonos a difundir el mensaje de Cristo.