Las bodas de Caná es un episodio entrañable del Evangelio, una manifestación divina o epifanía; muchos novios eligen este pasaje como lectura por su boda. Desde el inicio de su misión pública, Jesús anuncia el Reino de Dios no sólo con palabras, sino también con obras y gestos; y el principal gesto es su propia presencia.
En el transcurso de la fiesta, María se da cuenta de un grave contratiempo y le comunica a Jesús: «No tienen vino». Los organizadores del evento no previeron que se presentaría más gente de la esperada, y la carencia de vino está a punto de estropear el convite y de dar un mal augurio a los pobres novios. En este callejón sin salida, Jesucristo manifiesta la inmensa bondad de Dios mediante un regalo generoso fuera de tamaño: ¡seiscientos litros de vino de la mejor calidad! ¡Dichosos aquellos novios que tuvieron un invitado tan insigne y espléndido! Pero felices también nosotros, porque Jesús camina junto a nosotros. Seguro que, a lo largo de la vida, nos encontramos en callejones aparentemente sin salida, con problemas que parecen insolubles y penas que nos amargan el ánimo; entonces se nos termina el vino o se nos devuelve vinagre; se nos terminan las energías y perdemos la ilusión. A veces, la relación con la familia, los vecinos o compañeros del trabajo, la aceptación de nosotros mismos, o la decepción ante alguien en quien confiábamos, nos hacen sentir el peso de la crisis. En momentos así, ¡qué bueno es que Jesús está con nosotros! Como a los siervos de la fiesta, la Virgen nos sigue diciendo: «Haced lo que Él os diga».
Jesús obró un gran signo, pero pidió que llenaran las pilas de agua para poderlo realizar. Él se hizo hombre por salvarnos desde nuestra condición humana. Jesús no es un extraño: tú lo necesitas a Él y Él te necesita a ti. Quizás, a veces, tu vida te parezca tan incolora, inodora e insípida como el agua; te parecerá que la pasas sin pena ni gloria y que no le ves oído. Pero Jesucristo necesita que le ofrezcas tu vida, a veces tan aguada, para seguir obrando milagros y seguir realizando su obra. Dios te ha creado a su imagen y semejanza, ¿piensas aunque tu vida es poca cosa? Del agua, Jesús sacó un vino estimulante y tónico que mereció el elogio del jefe de servicio: «Tú has guardado el vino mejor hasta ahora». Si eres generoso con Jesucristo, más lo será Él contigo: Pon tu vida bajo su luz y su Palabra y hazla servicio en bien de los demás. Deja que el Espíritu Santo te ilumine y trabaje dentro de ti, porque con Jesucristo hemos pasado de la antigua a la Nueva Alianza. Dios quiere que vivas plenamente de su amor, que disfrutes de sus dones y que los utilices para enriquecer la vida.